Nobleza, rectitud, honradez, fidelidad, honestidad,
pundonor y cumplimiento son algunos sinónimos de lealtad. Creo que si nos
preguntan si queremos y anhelamos tener estas virtudes, todos diremos que sí.
Incluso creo que el hombre que es infiel, o que no es leal, anhela en su
corazón serlo, pero quizás sus malos hábitos le dificultan el camino para ser
como quisiera. Probablemente le sucede, por ejemplo, que cuando alguien no es
leal con él, se molesta y desconfía de esa persona.
Hoy me puse a pensar sobre esta virtud
desde una perspectiva que tiene dos ángulos. El primero es la lealtad como base
para una buena y verdadera amistad. Todos quisiéramos tener un amigo leal. Lo
primero sería, entonces, pensar si yo soy una persona leal. Si soy alguien
realmente honrado con el otro, si lucho por mantener y cuidar la fidelidad a lo
que me es confiado, si me esfuerzo por ser recto. Esto es algo bueno que
debemos cultivar día a día, porque las tentaciones contra la lealtad estarán
presentes. Y estas tentaciones tienen como base, según mi parecer, el egoísmo o
la idea de que mi propio beneficio está por encima del de los demás,
justificando así mi deshonestidad o mi falta de honradez.
Pensémoslo un momento: ¿Qué me mueve a
ser desleal? ¿Qué me lleva a dejar de ser honrado? ¿Qué me lleva a no ser noble
en mi trato y amistad con el otro? ¿Por qué dejo de lado el cumplimiento de mi
palabra? ¿Es que acaso algo más atractivo se apareció en el camino y me hizo dejar
la fidelidad? Es claro que cada uno tiene que pensar y reflexionar para no caer
en este defecto. De igual modo, debemos recordar que hay cosas que el corazón
anhela y una de ellas es la lealtad. Ser leal es ser fiel, es sinónimo de
cumplimiento. ¿Por qué o cuándo dejo de cumplir con mis amigos?
El segundo ángulo es la lealtad a Dios.
He venido rezando con las palabras de un salmo que dice: “Señor, haz que camine
con lealtad”. Y es que también se nos presenta la tentación de no ser leal, de
no ser honrado, fiel, noble, a Dios. Es feo decirlo y reconocerlo pero son
muchas las veces en las que no somos leales con nuestros amigos y entre ellos
el principal, Jesús, Dios en medio de nosotros.
Él viene y nos muestra su fidelidad, su
lealtad, nos muestra su amistad a prueba de todo, siendo leal incluso con quien
lo traiciona. Él igual nos sigue llamando “Amigo”. ¡Que ejemplo de lealtad!
Y nosotros muchas veces, ante la primera
dificultad, comenzamos a pensar en no ser leales, o ante la primera cosa que
nos molesta, hablamos mal de quien es nuestro hermano o amigo. Ante la primera
atracción en el camino, nos alejamos de Él, y dudamos de Él, sin razones reales
obviamente, porque no las encontraremos, pero de alguna manera tenemos que
justificar nuestra falta de pundonor, nuestra cobardía o deshonestidad.
Por eso hoy le pido al Señor que me ayude
a caminar con lealtad, que me ayude a no fallarle a mis amigos y, sobre todo,
al amigo que ha dado la vida por mí, el Señor Jesús. “Señor enséñame tus
caminos, haz que camine con lealtad.”