Creaste el mundo por amor, la perfección de la naturaleza,
la grandeza del ser humano, de las estrellas y el universo entero, todo lo
dejaste de regalo para nosotros tus creaturas, para que nosotros lo contemplemos, nos maravillemos y
saquemos de él todo aquello que tú has puesto, todo lo necesario para nuestro
sustento y nuestra vida.
Y todo lo hiciste por amor. Por amor nos creaste, nos diste
el ser y la capacidad de poder entrar en contacto y comunicación contigo, la
capacidad de poder estar contigo, la inteligencia y capacidad para desarrollar
y sacar de este mundo todo lo necesario para vivir.
Todo lo hiciste por amor, y cuando erramos, cuando caímos,
cuando nos olvidamos de Ti, tu amor nos lleva nuevamente a recordar lo que
somos y a la grandeza de nuestra vocación.
Enviaste a tu
Hijo, Dios hecho hombre para que por amor, nos salve, nos libere y reconcilie,
cure las heridas mortales que el pecado dejó en nuestro interior. Así nos
sanaste nos curaste interiormente y por amor lo sigues haciendo porque los
efectos del pecado no han terminado, no han dejado de estar presentes, pero por
amor nos das la oportunidad de quedar sanos.
Por amor te hiciste alimento celestial, te quedas en un pan.
El alimento bajado del cielo, para alimentarnos, y seguir así mostrándonos el
inmenso amor que nos tienes.
Por amor nos dejas tu gracia, por amor nos dejas a tu madre,
por amor nos regalas santos que son ejemplo, y amigos en el cielo que nos
animan, y con su testimonio nos siguen dando luces para avanzar.
Por lo tanto al levantar los ojos y ver la luz del día, al
escuchar los cantos de los pájaros, al ver toda la creación, el atardecer y
sobretodo al ver tu cruz, digo una vez más: ¡Todo es por amor!
¡Gracias Padre!