viernes, 28 de octubre de 2011

La tolerancia



¿Hasta donde debo ser tolerante y permisivo con las personas que no viven ni piensan como yo en temas de fe?
 El diálogo es algo fundamental en la vida, mas aun para el cristiano que debe ser hombre de comunión, de encuentro, embajador de la reconciliación. Pero dialogar con otros que no comparten nuestra fe, no quiere decir que perdamos el deber de plantear y subrayar siempre con igual fuerza las líneas maestras e irrenunciables de nuestra identidad cristiana. (Benedicto XVI, Audiencia general 11 de octubre del 2006)
Debemos, como cristianos que somos, transmitir la verdad del Evangelio, anunciar y seguir el encargo del Señor Jesús: “Id pues y haced discípulos a todas las gentes” (Mt 28,19). Esto  obviamente sin caer en actitudes de faltas de caridad o atropello aquellos que no comparten nuestra fe. Pero eso sí anunciando y predicando como dice San Pablo a tiempo y a destiempo.  
Es interesante el tema que aborda tu pregunta pues la tolerancia es una palabrita muy de moda hace ya algunos años, pero hay que entenderla bien para no caer en ciertos vicios bastante problemáticos.  
Una vez  más volvamos a las palabras del Santo Padre  Benedicto XVI que nos dice: “Una tolerancia que no sabe distinguir entre el bien y el mal sería caótica y destructiva.”
He aquí un criterio importante: Tolerancia, sí. Pero con parámetros bien definidos, y el cristiano tiene sus parámetros, y estos no son fruto del capricho, sino de la revelación divina que tiene su culmen en el Señor Jesús.
Digo esto porque, hoy en día nos encontramos con una visión errada de tolerancia, que en el fondo es un relativismo absoluto, que desprestigia todo asomo de convicción personal o colectiva, que plantea que no hay verdades absolutas, que toda verdad es revisable y que toda certeza es síntoma de inmadurez y dogmatismo;  Incluso algunos llegan afirman que no hay valores que merezcan adhesión incondicional y permanente.  Pero sabemos que cuando faltan estas normas morales objetivas, por ejemplo en lo concerniente al respeto a la vida, somos testigos de las graves consecuencias que se originan.
Lo curioso es que en muchos o  la gran mayoría, me atrevería a decir, de aquellos que proclama esa mal llamada “tolerancia” encontramos una gran apertura a muchas posturas y planteamientos que resulta incluso aberrantes.  Pero cuando se trata de admitir un principio moral que proviene de la iglesia o una opinión vertida con respecto a un tema de principios fundamentales, entonces estos embajadores de la “tolerancia” son incapaces de escuchar la voz de la Iglesia, llenándola de calificativos. Muchos de ellos fruto de prejuicios y de visiones reducidas y cerradas de la realidad, los llamados “open mind” son quizás los  principales representantes de la dictadura del relativismo.
Nosotros los católicos, debemos tener una actitud de diálogo y apertura, pero como decía sin perder de vista lo que somos, nuestra identidad católica la cual tiene que manifestarse, no ocultarse, ni tampoco disolverse en medio de un mar de opiniones, o de ideologías, que son contrarias al evangelio de la vida, del amor y la reconciliación traída por el Señor Jesús.

domingo, 16 de octubre de 2011

Buscando a Dios


Como en un cuento muy conocido, Tu Señor has dejado un rastro para que te encontremos.  Reconozco día a día que te busco, y te he buscado por tanto tiempo. Y en tu creación has dejado el rastro de tu grandeza, la firma de tu poder y perfección, has dejado ante nuestros ojos el maravilloso don del amor que nos tienes, para que todo aquel que te busque con sincero corazón te encuentre.

Estás aquí. Y sólo basta levantar la mirada, detenerse un momento y mirar, contemplar tu presencia en medio de nosotros. Sabemos que esto no es un cuento, es una realidad, la realidad de Dios que se hace presente, de Dios que lo ha creado todo, tan bello ,tan grande, tan hermoso.
Te busco Señor y te encuentro en toda la creación pero sobretodo en el hombre, en todo ser humano, que tiene tu imagen, tu huella, tu semejanza.

Querido amigo no dejes de mirar a cada hermano con la mirada profunda. No dejes de escuchar sus opiniones, de ver sus gestos, de mirar su interior, de respetarlo y valorarlo. Incluso si el mismo no se respeta, que al  ver  como lo tratas tú, pueda dar un gran paso y aproximarse a si mismo de manera distinta. Que pueda aproximarse a su grandeza por el respeto que le transmites, que vea en como lo amas, cómo Dios lo ama. muéstrale el rostro de Dios en ti, para que pueda algún día acercarse al Dios único y verdadero.

Estás aquí. Lo se Señor, y ahora te escucho con más fuerza en la suave brisa de esta mañana, y esto me da paz. Por que  a Dios se le encuentra en el silencio, en la calma. Hoy te he encontrado Señor, no permitas que me aparte de ti.